Películas para ver y comentar a la luz de la encíclica Fratelli tutti (IV)

Películas para ver y comentar a la luz de la encíclica Fratelli tutti (IV)
SIGNIS
Cine
Por Sergio Guzmán, S.J.

“ ‘Fratelli tutti’, escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro ‘tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él’ ”, con estas palabras comienza el papa Francisco su carta encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social. A continuación recomiendo algunas películas que nos pueden ayudar a reflexionar sobre estos valores evangélicos del amor, la amistad y la fraternidad.

Matar a un ruiseñor de Robert Mulligan (E.U., 1962, 129 min.)

En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch. Actuar con justicia y conforme a derecho le trae muchas enemistades y señalamientos a nuestro protagonista, pero él sigue firme en la defensa. Esta historia de un hombre noble e íntegro, nos recuerda lo que dice el papa Francisco: “una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra. La buena política une al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en el corazón del pueblo, a pesar de todo” (n. 195).

Invictus de Clint Eastwood (E.U., 2009, 134 min.)

Tras ser liberado de prisión y ocupar la presidencia de Sudáfrica en 1994, Nelson Mandela (Morgan Freeman, genial) inicia una política de reconciliación entre la mayoría negra, que fue oprimida en el Apartheid, y la minoría blanca. Mandela fija su atención en la selección sudafricana de rugby que pasa por una mala racha y no cuenta con el apoyo de la población negra; convoca al capitán del equipo François Pienaar (Matt Damon) y juntos se empeñan en lograr un cambio de mentalidad en el pueblo y orientarla a la unidad nacional. Al hablar sobre La mejor política el papa Francisco nos dice: “reflexionando sobre el propio pasado la pregunta no será: ‘¿Cuántos me aprobaron, cuántos me votaron, cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?’. Las preguntas, quizá dolorosas, serán: ‘¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?’ ” (n. 197).

Amélie de Jean-Pierre Jeunet (Francia-Alemania, 2001, 122 min.)

“La película narra la historia de la joven camarera Amélie Poulain, quien el mismo día que se entera de que Lady Di fallece en un accidente de tráfico, descubre que en su baño hay una pequeña caja que contiene juguetes, fotografías y cromos que un chico escondió cuarenta años atrás. Decide entonces buscarlo y entregarle la caja. Una vez (que) hace la devolución de la caja y nota la positiva reacción de su dueño, Amélie tiene un nuevo propósito para su vida: lograr que las personas que están a su alrededor se sientan felices” (WIKIPEDIA). El papa Francisco dedica algunos números en su encíclica al tema de la amabilidad: “El individualismo consumista provoca mucho atropello. […] Sin embargo, todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad” (n. 222).

Paterson de Jim Jarmusch (E.U., 2016, 113 min.)

“Sin amor ¿qué razón hay para nada?”, se pregunta y nos pregunta el protagonista (Adam Driver, estupendo): un joven conductor de autobús, hombre afable y tranquilo, que vive con su encantadora esposa (Golshifteh Farahani) y en sus ratos libres escribe versos libres en un pequeño cuaderno, a manera de su admirado William Carlos Williams, también criado en Paterson. Al adentrarnos a la película podemos tener presente lo que nos dice el papa Francisco en su carta encíclica: “Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias”. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (n. 224).

Chocolate de Lasse Hallström (Reino Unido, 2000, 121 min.)

La película nos remonta hasta el año 1959 -año en que el papa Juan XXIII sueña y anuncia la celebración de un concilio-, donde en un plano de vuelo somos llevados hasta una aldea gris y fría de la campiña francesa. En la iglesia del pueblo, a puertas cerradas, el sacerdote anuncia el comienzo de la cuaresma y exhorta al ayuno y a la penitencia. Desde el púlpito el sacerdote pregunta y se pregunta: “¿Dónde encontraremos la verdad? ¿Dónde se empieza a buscarla?”. En este tiempo de cuaresma una mujer y su hija llegan al pueblo y abren una chocolatería… En el capítulo séptimo Caminos de reencuentro el papa Francisco nos dice: “Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Entonces ‘cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación’ ” (n. 231).

La familia Bélier de Eric Lartigau (Francia, 2014, 105 min.)

Todos los miembros de la familia Bélier son sordomudos, excepto Paulla, de 16 años. Ella hace de intérprete para sus padres, especialmente en lo que respecta al funcionamiento de la granja familiar. El conflicto se da cuando Paula, alentada por su profesor de música, que ha descubierto su talento para el canto, piensa irse a estudiar. Con una buena mezcla de comedia y drama, con música y letras realmente conmovedodras, la película resalta valores familiares como el amor, la ternura, la comunicación y la ayuda mutua. En esta línea el papa Francisco nos dice: “En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hay algo que no se mueve: ese lazo familiar. Las peleas de familias son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso sí es ser familia!” (n. 230).

Los olvidados de Luis Buñuel (México, 1950, min.)

 

Esta película mexicana escrita y dirigida por Luis Buñuel ha sido nombrada Memoria del Mundo por la Unesco. La película se sitúa en la línea del neorrealismo italiano, con algunos toques surrealistas propios de Buñuel, y nos lleva de manera contundente y provocativa a los barrios marginales de la Ciudad de México. Éste es un clásico que no hay que dejar de ver. En la encíclica podemos leer algunos números sobre los pobres y olvidados que calan hondo: “Quienes pretenden pacificar a una sociedad no deben olvidar que la inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten generar paz. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial- abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Si hay que volver a empezar, siempre será desde los últimos” (235).

Pena de muerte de Tim Robbins (E.U., 1995, 122 min.)

Basada en el libro autobiográfico de la religiosa Helen Prejean, esta película nos adentra en el Pabellón de la Muerte donde un criminal espera su ejección y una religiosa lo acompaña espiritualmente. El peso del pecado, la pena, el perdón y la misericordia son temas que son llevados a la pantalla con fuerza, dramatismo y compasión gracias a un buen guión y a la estupenda actuación de Susan Sarandon y Sean Penn. Sobre la pena de muerte nos dice el papa Francisco: “Hay otra manera de hacer desaperecer al otro, que no se dirige a países sino a personas. Es la pena de muerte. San Juan Pablo II declaró de manera clara y firme que esta es inadecuada en el ámbito moral y ya no es necesaria en el ámbito penal. No es posible pensar en una marcha atrás con respecto a esta postura. Hoy decimos con claridad que ‘la pena de muerte es inadmisible’ y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolida en todo el mundo” (n. 263).

El Papa Francisco, un hombre de palabra de Wim Wenders (Suiza, 2018, 96 min.)

Estupendo documental que nos acerca al papa Francisco, a su trabajo pastoral cuando era obispo de Buenos Aires, a su palabra pronunciada en homilías y discursos, a su palabra enlazada con obras de cercanía con los pobres, a sus sueños y acciones para vivir el Evangelio desde el encuentro con Jesús. En una nota al pie de página el mismo papa Francisco hace referencia a esta película cuando nos dice: “Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor. Cuando llegue el último día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas como son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!” (n. 281). Miremos con el corazón, dejémonos mirar por Dios que también se comunica con nosotros a través de imágenes en movimiento.