Estar y no estar: los desafíos de la omnipresencia digital

Estar y no estar: los desafíos de la omnipresencia digital
América Latina & Caribe
Por Fernando Rueda (SIGNIS Colombia Joven) y Sebastián Sansón Ferrari (SIGNIS Uruguay Joven)

 

Una reunión de amigos a través de una videollamada de WhatsApp, un conversatorio en Google Meet, clases por Microsoft Teams, un café en los “salones de Facebook” (Facebook Rooms) y una fiesta por Zoom. Estas son algunas actividades virtuales de nuestras últimas semanas, durante este período de confinamiento (obligatorio o voluntario) por la pandemia del coronavirus. La modalidad de nuestros encuentros cambió considerablemente y, en este contexto, llegamos a un descubrimiento formidable: no fuimos agraciados con el don de la bilocación, pero estamos desarrollando la omnipresencia digital. Este concepto refiere a la capacidad de estar en dos o más actividades digitales al mismo tiempo. En las siguientes líneas nos proponemos explorar algunos antecedentes teóricos, desglosar las ventajas y desventajas que detectamos en la omnipresencia digital a partir de nuestra experiencia. Por último, esbozaremos algunas sugerencias para la gestión de este tema hacia los próximos meses o el tiempo que duren las restricciones impuestas por la emergencia sanitaria.

La comunicación es compartir, es la construcción compartida de significados. En ella siempre hay valores. Comunicación es comprensión humana mutua y está unida a la experiencia, a un proyecto, a una acción común. En ella la relación entre personas es más importante que la información en sí. Como siempre, el ser (en relación con otros) es más valioso que el tener (la información).

Hoy nos damos cuenta que podemos interactuar simultáneamente en diferentes plataformas al mismo tiempo, desde un mismo lugar, conectados desde diferentes zonas horarias. Tenemos que reconocer que detrás de las pantallas hay personas reales, con sentimientos; que cada emoji y sticker que enviamos representa nuestro estado anímico, que cada tuit que compartimos refleja nuestros pensamientos, que a través de un entorno digital se tejen relaciones.

Vemos con mayor precisión la brecha enorme que existe en el acceso al Internet y al uso/adquisición de los dispositivos tecnológicos, también reconocemos que el acceso a las Tecnologías de la Información no son un privilegio, es una necesidad básica para la humanidad (Cfr. Naciones Unidas Iot).

Un pequeño rinconcito desde donde damos señales de vida al mundo

Abrirse a los medios -digitales- no es una opción, es una auténtica necesidad para la misión. El pensamiento digital es más rápido, paralelo, más breve, interactivo, colectivo, multimedia, icónico. Supone cambios cerebrales. Por eso, anunciar hoy el Evangelio es comunicar su mensaje a personas con esas características.

“La fascinación por los medios y el temor a entrar en el mundo de la comunicación», ha sido un foco de discusión en las comunidades. Sabemos que existen muchos riesgos en la red, pero con valentía tenemos que asumirlos; tenemos que optar por la espiritualidad de la tecnología, que logre ‘comunicar nuestra vida, y anunciar la verdad’” (Conferencia Boliviana de Religiosas y Religiosos).

En las comunidades digitales, somos grupos efímeros, con permanencia relativa: la red con su multiplicidad de conexiones y caminos a recorrer para trazar nuevos y posibles recorridos, optar por historias y narrativas distintas. De lo efímero de las relaciones en red, se puede optar por construir una comunidad, con cohesión y solidaridad, escucha recíproca y diálogo y el uso responsable del lenguaje. Una red es codependiente, hipertextual, compleja, no tiene centralidad, es dinámica en sus extremos. Es uno de los organismos estructurales más dinámicos y maleables.

Modo online y offline

Refiriéndonos al ser y al estar, la “realidad de carne y hueso”, consideramos la importancia de cuidar la salud mental, realizar pausas diarias y crear una rutina con horarios que permitan establecer cuándo y cómo parar.

Aferrados a una pantalla

Sin duda experimentamos una hiperconexión, porque lo primero que hacemos al despertar y lo último antes de ir a dormir es encender/apagar un dispositivo tecnológico, ciertamente un estilo de vida de modo online, que incluso afecta las relaciones interpersonales con los mismos familiares con los que vivimos en la misma casa o apartamento. Incluso compartimos más con otros que están físicamente lejos de nosotros que con quienes están en nuestras casas.

La única ventana al mundo

Asistimos a una sobreoferta, estamos saturados por los miles de estímulos que recibimos a diario a nuestros mails, cientos y cientos de chats de WhatsApp y millones de notificaciones en todas las redes sociales. Antes nos quejábamos porque nos dejaba el autobús o porque simplemente el clima no combinaba con nuestro outfit, ahora exclamamos con frecuencia, cuando la conexión de Internet es intermitente, cuando un dispositivo tecnológico no avanza a la velocidad de queremos o incluso si alguien al que necesitamos con urgencia no nos responde.

Toxicidad digital

Seguramente las manos nos duelen con frecuencia, los ojos se nos resecan o la columna se nos paraliza. Por ello, proponemos crear un plan propio de comunicación personal que puede abarcar los siguientes puntos:

Prioriza tus actividades.

Define qué canales de comunicación (nacional, internacional) quieres sintonizar y en qué formato: radio-auditivo.

Organiza las páginas webs de instituciones oficiales.

Estructura las horas en las que entrarás.

Evita circular información falsa (fake news) y rompe las cadenas de desinformación.