“Inclinación de derechas”: un macroestudio confirma que la desinformación de Facebook la consumen los conservadores

“Inclinación de derechas”: un macroestudio confirma que la desinformación de Facebook la consumen los conservadores
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Diario El Pais de España

JORDI PÉREZ COLOMÉ

Facebook es una red dominada por noticias conservadoras y sus usuarios de derechas son quienes consumen de manera aplastante la información etiquetada como falsa. Los datos que han permitido confirmar estas dos hipótesis proceden de una investigación académica con un acceso sin precedentes a información interna de Facebook, proporcionada por la red de Meta. Las conclusiones se basan en la actividad agregada de 208 millones de usuarios estadounidenses durante varios meses alrededor de las elecciones en EE UU de 2020. El artículo, liderado por la investigadora española Sandra González-Bailón, de la Universidad de Pensilvania, forma parte de una serie de cuatro trabajos que analizan el impacto de las redes de Meta en la creciente polarización y que fueron publicados el jueves en las revistas Science y Nature.

“No esperaba encontrar algunos de los resultados que hemos hallado, con unos patrones tan radicales”, dice González-Bailón por videoconferencia desde Filadelfia a EL PAÍS. “Pero esto es lo que dicen los datos”, añade. El artículo estudia cómo la combinación del comportamiento de los usuarios y el algoritmo segregan el consumo de información entre progresistas y conservadores. Aunque esos dos grupos existen, no son simétricos, como se creía hasta ahora: “Las audiencias que consumen noticias políticas en Facebook tienen, en general, una inclinación de derechas”, dice el artículo. Pero la cifra más sorprendente es la diferencia en el alcance de noticias etiquetadas como falsas por los fact-checkers de Meta (que tan solo suponen el 3% del total de enlaces compartidos en la red): el 97% dentro de ese grupo de piezas circula entre usuarios conservadores.

“Es cierto que es el artículo más controvertido”, reconoce a EL PAÍS el profesor David García, de la Universidad de Konstanz (Alemania), que ha podido leer las piezas embargadas para escribir un breve comentario en Nature. “Pero es muy importante. La evidencia que teníamos no era tan sólida. Había un estudio de 2015 que tenía problemas. Lo han hecho bien, como todos hubiéramos querido hacerlo”